Mujeres, hay que reconocer que por atender tantas cosas y personas en nuestras vidas a veces olvidamos darnos un poco de cariño. Permanecer en estados de estrés continuos seguramente alimentará nuestra pronta vejez haciendo que aparezcan arruguitas, que el cabello pierda brillo, que la piel pierda tenacidad y que el alma deje de sonreír. Pero siempre podemos hacer algo al respecto.
Así que, ¿qué debemos hacer? Pues te contamos estos inspiradores 10 mandamientos que toda mujer debe saber para rejuvenecer.
Cuidarás tu presentación día a día.
Ponte hermosa cada día; no necesitas parecer de revista, eso déjaselo a las modelos. Solo imagina que vas de fiesta y arréglate como tal, ¿qué más fiesta que la vida? Dúchate a diario, péinate, cuida tu ropa, que todo esté en su lugar, oliendo a limpio, a buen gusto. Es que el buen gusto es gratis, no cuesta nada. Que cuando te veas al espejo sonrías y hasta sonrían los demás al verte.
No te encerrarás en tu casa, ni en tu habitación.
Nada de castigarte a ti misma encerrándote como preso voluntario. Sal a la calle, ve a caminar, a pasear, a verte con amigos, a disfrutar de muchas aventuras. “El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece”.
Amarás el ejercicio físico como a ti misma.
Más que una forma de mantener tu peso, el ejercicio físico te mantendrá saludable. Haz un rato de gimnasia, una caminata de media hora fuera de casa, al menos ir al patio a regar las plantas, bailar aunque estés sola. Haz cualquier movimiento que te saque de la cama. “Contra pereza, diligencia”.
Evitarás actitudes y gestos de vieja derrumbada.
Por favor, no te rindas y menos lo demuestres. Nada de cabeza gacha, espalda encorvada y pies arrastrándose.
¡No! Es mejor escuchar comentarios de tus amigos de que vas guapa, de que transmites alegría a los demás a que sientan lástima porque luces deplorable. Si no te gustan las canas las puedes teñir y las arrugas se disimulan con una gran sonrisa, pero arrastrar los pies porque no quieres levantarlos, eso sí es feo.
No hablarás de tu edad ni te quejarás de tus achaques, reales o imaginarios.
Hablar continuamente de los males físicos que te aquejan solo te hará creer espiritualmente que estás más vieja y más enferma de lo que realmente estás. A nadie le gusta escuchar historias de hospital. Cuando te pregunten cómo estás, di ¡muy bien! ¡Divinamente!
Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas.
“Al mal tiempo, buena cara”. Sé positiva siempre, mantén la esperanza en todo caso. Muestra buen humor en tus palabras, sonríe, sé amable con los demás. No seas una vieja amargada porque la vejez no es cuestión de años sino de estado de ánimo. “El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga”.
Tratarás de ser útil a ti misma y a los demás.
No te veas a ti misma como una especie de parásito ni una rama atravesada que no debería existir. ¡No! Haz lo que puedas hasta donde puedas y ayuda con una sonrisa, un consejo o un servicio. Al abrirte a los demás dejarás atrás esa fase horrible de un “yo” angustiado y solitario.
Trabajarás con tus manos y con tu mente.
El trabajo es la mejor terapia para mantener un alma joven. Cualquiera sea la actitud laboral, intelectual o artística. Haz algo, lo que sea y puedas como una ocupación artesanal, un tiempo de buena lectura, una buena dosis de drama televisivo o música.
El trabajo es medicina para todos los males.
Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas.
Desde luego las primeras relaciones que debes mantener sanas son las que están en el hogar, integrando a todos los miembros de la familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con niños, jóvenes y adultos. Así que convive pero no te inmiscuyas en los problemas de los demás, a menos que específicamente te pidan consejos. ¡Y no juzgues!
No pensarás que “todo el tiempo pasado fue mejor”.
Deja de comparar todo lo que te sucede a ti o a tu alrededor ahora con cómo se manejaba antes cuando eras más joven. No condenes este tu mundo y tu momento. No digas frases como “las cosas andan mal, allá en mi tiempo…”, “recuerdo que antes…”. No, ya no juzgues el hoy por los recuerdos del pasado, mira hacia el futuro con alegría. Ponte metas, haz planes, ¡sueña!
Sé positiva siempre, negativa jamás.
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