Ni siquiera la ruptura del primer amor es tan dolorosa como saber que nunca podrás estar con alguien a quien amas. En este sentido sabes que es la persona correcta, pues con nadie te has sentido tan libre, tan comprendida y capaz de emprender cualquier cosa.
Pero hay un problema y es que cuando todo va perfecto simplemente algo sucede. Por una y mil razones terminan lejos el uno del otro.
Así se siente conocer al amor de tu vida en el momento equivocado.
Desde el inicio estábamos en dimensiones distintas
Desde que nos conocimos supimos que algo muy lindo estaba sucediendo. Coincidimos en gustos, ambiciones e, incluso, en algunos vicios de carácter.
Además, comenzamos distintos proyectos, tanto escolares como personales, juntos y descubrimos que éramos la mancuerna perfecta. Por tanto, decidimos que esa relación era lo que queríamos desde hace mucho tiempo.
Sin embargo, siempre habían problemas externos que nos afectaban. Cuando él no pasaba un momento agradable, era yo la que no estaba bien. Incluso había momentos en los que ninguno tenía estabilidad emocional.
Siempre teníamos la intención de dar todo por el todo
Además de los problemas familiares y personales que cada uno vivía, también estábamos en un cuadrado amoroso del que pensamos nunca podríamos escapar. Sin embargo, decidimos dejar todo atrás (incluidas esas personas) para estar juntos.
De hecho, logramos tener una relación estable por un par de meses en los que todo iba a la perfección.
Incluso mi concepción del amor cambió para siempre, pues ambos respetábamos la vida del otro: sus espacios, amistades, obligaciones, etc. No obstante, no todo siempre era bello.
Las cosas nunca son como queremos
Tras ese par de meses perfectos todo comenzó a desmoronarse lentamente. Por su parte, comenzó a vivir problemas familiares muy fuertes y en vez de contar conmigo para resolverlos me hizo a un lado. Siempre me dijo que lo hacía para protegerme, pero sólo logró a lastimarme.
Terminamos el noviazgo, pero seguimos cerca el uno del otro para saber cómo estábamos. Incluso intentamos ser amigos, pero siempre teníamos la duda: “¿algún día podremos estar juntos?”.
Se siente como morir, pero siempre puedes seguir adelante
Esta situación continuó de la misma forma durante un par de años. Cada uno había seguido su vida e incluso teníamos una pareja nueva. Siempre que nos veíamos surgía la nostalgia más fuerte que antes. En consecuencia, volvíamos a vernos y parecía un cuento de nunca acabar.
Por ello decidimos dejarnos de hablar en definitiva. Cada uno se concentró tanto en la escuela como en el trabajo y poco a poco nos perdimos de vista.
Durante esa etapa pensaba en él, pero me sentía más tranquila pues había hecho todo lo que estaba en mis manos para estar bien y no funcionó.